Ella era joven, muy joven, quizás adolescente. Siempre convencía a su tía con quien vivía en la ciudad, luego de perder a sus padres en un accidente, para que la llevara al centro comercial. Su tía solterona que se dejaba convencer por Helen, a pesar de no sacar buenas notas y estar más pendiente de su aspecto físico, que de las notas en la escuela. La tía tenía una regla, solo hasta las 9 p.m., ya que el shopping lo cerraban a esa hora.
Ese día, Helen le dice a su tía que iban a ir al cine con unas compañeras, ésta piensa que ha ido casi a diario al centro comercial, pero Helen se las ingenia para persuadirla.
- Tía prometo que este es el último día de esta semana que te pediré permiso para salir.
- Pero has salido todos los días creo que estás atrasada con tus asignaturas, ya tendrás tiempo cuando crezcas para andar maquillándote y vestirte como una prosti
- Tía no exageres, todas las chicas se visten así y también andan muy maquilladas como yo, tenemos una piel lozana, porque no aprovechar de sacarle partido antes de que nos pongamos viejas.
- Helen tu sabes que me hice cargo de ti, pero no quiero que te apresures. Voy al coche, te espero allá, pero recuerda es el último día que sales, hasta que te pongas al día.
En el estacionamiento, Helen se baja del auto y una vez adentro se reúne con sus amigas que la esperaban. En vez de ir al cine como le dijo a su tía, se dedicaron a pasear por el centro comercial, hacer carreras, burlarse de la gente de un piso a otro. Todas lindas, todas con minifalditas, todas maquilladas…todas apetecibles.
Conforme pasaban las horas, su tía llega puntual a buscarla…9….9, 30…intenta llamarla a su celular y no responde, da buzón. Ésta se baja a buscarla, y el vigilante le impide el paso, – ya cerrado señora, hace 45 minutos. Ella cuenta lo sucedido con su sobrina y todos se movilizan para buscar a la adolescente Helen, pero no hay rastro de ella.
Esta medio adormecida, logra abrir medianamente sus ojos y ve todo oscuro, toca con sus dedos y siente como una madera, arriba, a los lados, en sus pies…- Qué esto? Dónde estoy? Qué hago aquí?. Comienza a recordar en el shopping, con sus amigas, un hombre les ofrece tomar algo y todas aceptan el granizado, luego les cuenta que él es un vendedor de ropa para adolescentes y que va de provincia en provincia, a todas las alcaldías del país y ofrece su ropa de última moda. Bellísimas todas y comienza a mostrárselas en su tableta. Las chicas comienzan a alegrarse y a decir que las querían todas. Él les propone regalarles algunas prendas, las cuales tiene en el auto, sin compromiso para que le hagan propaganda y les nombra una página por Instagram. Pero las chicas dudan, ya están sobre el cierre del centro…pero Helen propone que ella las buscaría, y al día siguiente le entregaría el regalo a cada quien, y de paso se iría de una vez con su tía, que ya había salido a buscarla.
No recuerda más de allí le vienen como flashes, destellos. Y de repente siente que se está moviendo, como arrastrando y se hace la luz.
El vendedor del centro comercial quitó la tapa y ella está acostada en una especie de urna y lo ve desde abajo. Él se ve inmenso, ella trata de sentarse pero tiene una especie de ahorcador en su cuello; sus manos y sus pies están atados con bridas de plástico.
- Qué hago aquí señor? Pregunta la joven con ansiedad y a punto de llorar
- No me llames señor, soy tu amo. – de ahora en adelante te digirirás hacia mi persona sin mirarme a los ojos y solo me llamarás amo, no se te permitirá llamarme de otra forma, comerás una sola vez al día, cuando tengas que alimentarte. En donde te encuentras en este momento será tu cuarto, tu cama…tu todo. No hagas preguntas que no te serán contestadas. Tú nombre será “sumisa”.
Al dejarla salir del cajón, una vez que él le quita el candado a su collar de castigo y le ajusta una correa, también corta las bridas de los pies para que ella pueda caminar sola. La lleva por un pasillo oscuro y toman unas escaleras que conducen hacia el sótano, donde enciende una luz roja.
Allí en ese especie de garaje había todo tipo de herramientas de castigo, aparatos, correas, cadenas, cuerdas, látigos, pinzas, ganchos, cepos, dildos, cosas que ella nunca había visto.
En el medio del lugar había una cruz de San Andrés: Una especie de cruz de madera, en forma de aspa, a cuyos brazos se atan tobillos, muñecas y otras partes del cuerpo de la persona sometida. El objetivo es dejarla expuesta e indefensa, para subrayar la entrega, allí colocó a la sumisa, la recostó y le puso un juego de ataduras (bondage), dejando inmovilizadas sus manos y los pies.
- Qué hago aquí? Esto de que se trata? Quién es usted?- grita desesperada Helen- AYUDA, AYUDA, AYUDA
- Dije no hables, no grites – le dice el amo
Y procede a ponerle un bozal tipo mascota, alrededor de la cabeza con una correa sujetándola detrás de la nuca y una bola roja que se introduce dentro la boca, para que no emita ruidos.
El amo se enmascara y aparece frente a ella totalmente desnudo, es un tipo velludo hasta en la espalda, con una barriga cervecera, más bien pequeño como 1,62cm. su glande, grande y grueso comienza a ponerse duro al ver a su presa inmovilizada y totalmente a su disposición.
En sus manos tiene unas pequeñas pinzas dentadas, donde colgaban unos ganchos y que terminaban en unas bolitas de plomo, que le coloca en ambos pezones, haciendo peso hacia los costados ya que no había mucho volumen en esos pechos.
Al tener a la chica inmovilizada, le ata también las rodillas en una especie de cepo. El amo se pone a la cabeza de la sumisa y pasa su pene por toda la cara, por sus ojos, su nariz, su boca, su cuello.
- Si prometes no hacer ningún ruido, te aflojaré el bozal para poder meterte mi polla en tu boca
- Ella asienta con un tímido si- y a la vez piensa que si quiere salir de esta buena y sana, lo mejor es seguir las instrucciones del amo
Él le dice que se lo pondrá en la boca pero solo para lamerlo con la intención de darle placer, pero que no se le ocurriera metérselo completo, pues no quería eyacular accidentalmente. El verdugo se deleitaba con la lengua de su sumisa, mientras admiraba su hermoso y juvenil cuerpo y no podía dejar de pensar cuando entrara por su orificio y rompiera ese himen por primera vez. El la subía por el collarín, la empujaba hacia su pelvis que chocaba contra la linda cabellera de Helen.
- PARA, PARA- que mi leche no la perderé en tu cara, quiero comerte el coño, te dejaré sin bozal.
- Si amo- susurra Helen
Inmediatamente cambió de lugar y se fue a su vagina pasando la lengua por todo su clítoris y también lamiendo su entrepierna. Comienza a pasar sus dedos alrededor, haciendo semi círculos y nota como empiezan a salir los jugos de su pequeña vagina. Ya el amo no aguanta, al ver a su sumisa totalmente mojada, y quiere cargarse a esa virgen. Su miembro enorme va tocando a golpecitos y ensalivando su coño el cual se fue relajando y cediendo, cuando intempestivamente mete su enorme pene de un solo tirón, esperando ver la sangre de la virgen, a la sexta o séptima embestida, el bestia del amo ya se la había metido hasta las bolas y empezó a empujar con tal fuerza que Helen suspiraba y gritaba de puro placer, a la vez que los pezones le comenzaron a doler horrible por el peso de los plomos. Ella gemía y gritaba en voz baja y él no sabía si era de dolor o placer. Pero apostaba al dolor. Saca su miembro para ver correr la sangre por la rotura del himen, pero sólo observa fluidos blancuzcos.
- Sumisa, porque no has sangrado, te lo metí hasta el fondo, llegué casi hasta las bolas y comenzaste a disfrutar en vez de sentir dolor. Acaso ésta no es tu primera vez?- preguntó su verdugo
- Ella contesta- no amo no soy virgen desde hace como dos años.
- QUEEEEEEEEEEEEEE, reputa, putica, que mierda, tenía que escogerte a ti que seguro eres la más puta del grupo, pero eras la que estaba más desarrollada. No te preocupes. Ya arreglamos eso.
Embadurna su ano con un escupitajo, le mete un dedo.
- Ella grita noooooo, por ahí no
- Puta cállate
Volvió a encargarse de su miembro con una mano y la otra metiendo dos dedos, tres dedos, hasta cuatro le introdujo, el recto se fue relajando y cediendo y lentamente y hasta logró meterle la mitad de su lengua, volvió a comerle el coño para relajarle toda la zona, metió un cojín debajo de su culo para buscarle altura y apartó mejor las piernas, metió un dildo y a pesar de gritar, se dilataba. Ella sintió como que le hubieran reventado el ano, pero el amo sin piedad, tras un mete y saca con el dildo se lo sacó de un tirón haciéndola sangrar y gritar.
Se sonrió al ver lo flexible que se volvió el recto de su sumisa y decidió encularla, la penetró con su polla enorme, una y otra vez mientras clavaba sus uñas en su liso vientre. Ella se sentía confundida porque le dolía y le gustaba y apretó los dientes aguantando el dolor. Le tenía el glande hasta el más allá, el seguía sodomizándola. Ella se le salían las lágrimas durante un cuarto de hora que parecía no tener fin debido a la brutal sodomía, allí es cuando se acerca el acto de consumación y el amo al fin saca su polla de su orificio y la eyaculó con una abundante lechada por el trasero, vientre y su coño. Sudando notó como su sumisa ya no tenía el esfínter virgen. Se acercó a su cara llena de lágrimas y la miró con una sonrisa macabra. El desató las manos, le dijo que tomara su miembro y le lamiera las últimas gotas de semen. Ella obedientemente asintió y procedió a quitarle todo lo que inmovilizaba la parte baja de su cuerpo y la bajó de la camilla. Solo dejándole el collar de castigo.
Le echó un balde de agua para que se quitara el sudor y lo pegostoso que tenía en su cuerpo y procedió a llevarla nuevamente al “cajón”, el cuál saco de debajo de su cama, la metió y volvió a inmovilizarla allá adentro…hasta una nueva oportunidad…probablemente.
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