Era una tarde de verano, estaba en casa escuchando música, tenía alrededor de 22 años, y mi novia llamémosla “Pamela” en ese entonces 20 años, me encantaba, tenía una sonrisa que al verla me reiniciaba, un poder de convencimiento increíble. Su madre quien no me veía con muy buenos ojos siempre estaba muy al pendiente de todos nuestros movimientos.
Ese día “Pamela” me llamó y estuvimos un buen rato conversando hasta que me comentó de ir a su casa, al principio no vi nada extraño en su invitación, rápidamente acepté, me arreglé y salí rumbo a su casa. Como vivía relativamente cerca llegué en pocos minutos, ella me recibió en la puerta, nos saludamos y me dice al oído “la casa está prácticamente sola”, muchas cosas pasaron por mi mente, y le pregunté primero ¿dónde están tus padres? y ¿quién más estaba en su casa?, ella me respondió que sus padres estaban en el trabajo y en casa sólo se encontraba un primo.
Ella se acercó a mí sensualmente y me insinuó de ir a su habitación para estar los dos solos, yo al instante me corté cuando me dijo que en casa estaba su primo y le dije que no; ella siguió insistiendo con esa sonrisa cautivadora, comenzó a besar mi cuello y a acariciarme, yo intenté seguir resistiéndome, pero no aguanté más y nos fuimos a su habitación (al final asumí que su primo iba a entender la situación, y así fue), entramos, seguimos besándonos y acariciándonos, comenzamos a manosearnos y nos fuimos quitando la ropa, su cuerpo era de escándalo, todos los movimientos tenían la sincronía perfecta, cada beso tocaba el punto indicado lo cual me excitaba muchísimo, con su lengua rozaba mis sensibles orejas y me erizaba totalmente la piel, mientras me apretaba entre sus piernas.
Con el continuar de los movimientos, no me fue difícil notar que llego al orgasmo, al mismo tiempo que pasaba sus uñas por mi espalda, levantaba un poco las caderas como pidiendo más, y al complacerla no pude evitar venirme, fue grandioso, nos lo disfrutamos de principio a fin, luego nos quedamos recostados un rato, yo en su almohada y ella en mi pecho. Pero aquí viene lo más vergonzoso que me pudo haber pasado justo ese día, minutos después que acabamos, estando aún sin ropa, llegó su madre a la casa (no escuchamos ni las puertas cuando lo hizo), y sin aviso abrió la puerta de la habitación (estaba sin seguro), nos encontró a ambos abrazados todavía en la cama sin ropa; pase meses para superar ese momento.
OJO: Jamás dejen la puerta sin seguro cuando se les presente una situación como esta.
Vamos, cuentanos si han pasado por algo parecido…
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